sábado, 16 de marzo de 2013

Capítulo 3: Macabro


 Cuando vuelvo a recuperar la consciencia, me percato al instante de tres grandes cosas, la primera estoy atado a una silla,  la segunda hay un profundo olor a metal en la habitación, la tercera me duele la cabeza como si me hubiera estallado una bomba dentro. Mis ojos se abren con tanta debilidad, que casi tengo que hacer fuerza para que sigan abiertos, una situación parecida a cuando estas en clase, el día anterior no has dormido y te encuentras al maestro hablando sobre la guerra de independencia con un tono de voz tipo documental, que de una forma subliminal te está diciendo que te duermas, te incita a que se te cierren los ojos de una manera que no lo puedes evitar,  hace que la cabeza te de tumbos hacia los lados que tu contra arrestas con rápidos movimientos que constan de volver a colocar la cabeza en posición vertical y abrir los ojos de golpe, para que se vuelva a repetir ese bucle que no acaba hasta que acaba la clase, pues esa misma sensación pero multiplicada por un numero algo más grande de lo que puedo llegar a imaginar en este momento, y parece mentir, pero lo único que me mantiene aún despierto es el hecho de que no han debido de cachearme, y al llevarme de un lado a otro uno de mis cuchillos se ha debido de salir un poco y su frio metal hace que no pueda apoyarme en condiciones sobre la silla.
Pasa bastante tiempo antes de que el sueño desaparezca, no sé cuánto, pero estoy seguro que pasa una media hora larga, después de eso mi mente vuelve a ser la de siempre, y comienzo a intentar revisar el lugar donde me encuentro, pero como he dicho solo lo intento, porque este lugar esta tan sumido en las sombras que no puedo verme ni las piernas, y todo lo que consigo percibir es un goteo constante de agua y un sonido chirriante de cadenas al ser balanceadas por el aire.

Como sea quien sea parece haberme dejado allí y tiene pinta de que va a tardar en volver, forcejeo con la silla y la áspera soga que aprieta mi manos de forma estrangulante, a duras penas consigo llegar con la yema de los dedos a tocar mis cuchillos, y dado a que los necesito para liberarme, llevo a cabo algo que solamente hice la vez que mi padre nos amordazo a los tres para ver de que éramos capaces, en ese momento todos creíamos que tomas seria el que se liberaría primero y nos ayudaría al resto, pero para el asombro de todos incluido el mío, fui yo, por el simple hecho de que con seis años de disloque la muñeca, y fue esa pequeña ventaja lo que me hizo liberarme esa vez, y lo que me va a ayudar ahora,  apoyo el dedo de la mano izquierda sobre mi muñeca derecha, lo incrusto dentro, y como un truco de magia mi muñeca se sale de su sitio y me deja llegar a mis queridos cuchillos, mi siguiente problema es que estoy tan pegado a la silla que sacarlos me cuesta un mundo y dos cortes, eso significa que cuando me libere me encargare de arrancarle el cuello a cualquiera que ose entrar por esa puerta. Cuando me libero lo primero que hago es levantarme, para a continuación avanzar paso a paso tanteando todo a mi paso, y no tarde mucho en chocharme contra una mesa,  en la cual hay un farol. Lo enciendo sin mucho problema, y cuando lo hago todo la oscura sala se ilumina al son que yo doy un sobresalto pues a pocos pasos de mi hay una puerta cerrada y que tiene un rastro de sangre en la dirección a la única salida, pero el verdadero susto me lo doy cuando al darme la vuelta, veo, a pocos pasos de donde yo estaba atado, el cuerpo de un hombre de unos treinta años, con un gancho atravesado por el pecho y por el cual le han colgado del techo, una escena de lo más espelúznate tanto que hace que me gire me tenga que apoyar en una pared y vomite todo lo poco que contenía mi estómago, sobre todo por el hecho de que aun gotea sangre, durante unos segundos una sensación extraña invade mi cuerpo, un frio inmenso  me recorre desde los pies hasta la cabeza como una ola, y todo mi cuerpo sufre un sudor frio seguido de una sensación agobiante y mareo seguido de ese típico pitido tan molesto que sientes en los oídos cuando estas apunto de desmayarte, y me veo obligado a sentarme en el suelo y cerrar los ojos para recuperar algo de calma e intentar no caerme redondo al suelo, en esos momentos en los que no me puedo quitar la imagen de mi cabeza  y la angustia que esa imagen me produce, llegando hasta el  punto de que me den ganas de ponerme a llorar, pues es que mi teoría sobre la diferencia entre zombie y hombres se ve  reforzada, porque los zombie no haría una barbarie como esta, los zombie se lo comerían, pero no lo colgarían de un gancho, aunque para mi gusto lo que hace que cada vez que abra los ojos se me revuelvan las tripas es el hecho de ver los arañazos en la pared y no poder evitar que mi mente reproduzca el momento en el que colgaron a ese hombre ahí cuando aún estaba vivo.
Cuando consigo ponerme en pie de nuevo, y cuando digo consigo me refiero a que ya parece habérseme pasado el mareo, la angustia se ha reducido y las piernas ya no me tiemblan como lo hacían hace unos segundos, pongo todo mi esfuerzo en no mirar la estrambótica y macabra escena, pero algo en mi cuerpo no puede evitarlo, como cuando estás viendo una película de miedo, que te tapas los ojos con las manos, pero sigues mirando entre los dedos, pues lo mismo pero un poco menos disimulado, sobre todo cuando me doy cuenta que en el pincho hay ensartado algo más que un hombre, hay una carta. Así que hago de tripas corazón, apago todo sentimiento de mi cuerpo o por lo menos lo retengo dentro de mi todo lo que puedo, me acerco a el cuerpo, no sin que me den ganas de vomitar por el fuerte olor a sangre y descomposición, cojo la carta bajo una repetición de ahorcadas múltiples y me alejo de allí lo máximo posible pero sin llegar a salir de la habitación,  me siento en el suelo intentando contener la adrenalina y la hiperventilación, porque aunque parezca que no, de matar zombie a esto hay un mundo, tres galaxias y tal vez dos universos. Abro la carta lo mejor que puedo mientras mis manos tiritan como si tuviera hipotermia y tomo mi cuerpo es invadido por el miedo cuando me percato que su contenido está escrito con sangre.

-Bienvenido y enhorabuena por seguir con vida, si te acabas de despertar y te has liberado, eso significa que aquí comienza tu calvario, si simplemente has entrado en esta sala, eso significa que tu calvario aún no ha acabado. Pero como esta nota es la de iniciación, empezare con lo básico, estas metido en un laberinto en tres dimensiones que jugara con tu mente, tu única meta es salir de aquí con vida, y has de saber que no hay reglas. Para tu supervivencia encontraras una mochila debajo de la mesa, con ella podrás pasar aquí adentro una semana, después tendrás que buscarte la vida, suerte y dame un buen espectáculo.

Cuando leo esa nota, me quedo tan perplejo como lo haría cualquier ser humano corriente, y en mi mente se juega una extraña batalla, un parte de mi esta tan aterrorizada que impide que me mueva de donde estoy por que por lo que respecta, aquí no hay peligro y quiera dios saber que hay afuera, pero otra parte de mi dice a gritos que salga de esta jaula lo más rápido que pueda y comienza la búsqueda de la salida, pero parece ser que gana la parte de quedarme donde estoy hasta que ya no queden recursos y tenga que salir de aquí sí o sí. Levaré dos horas sentado en el mismo lugar sin mover ni un musculo, lo que tiene como consecuencia que una pierna y el culo se me hayan dormido, pero aún estoy demasiado agotado como para preocuparme por eso ahora, al final el cansancio empieza a poder conmigo y los ojos se me empiezan a cerrar, estoy a punto de dormirme cuando oigo un sonido extraño, y eso me hace abrir los ojos de golpe, reviso la sala de arriba abajo no veo nada extraño, cuando oigo el sonido de las cadenas y dirijo la mirada hacia el único lugar al que no había mirado para evitarme la angustia, estoy a punto de dar un grito. Los ojos del hombre colgado por el gancho están abiertos y me están mirando, con una mirada fija, perturbadora. Cuando empieza a mover la mano para agarrar la cadena es cuando doy un salto y me pongo de pie, y cuando quiero darme cuenta esa cosa gorda, grasienta y con agujero en el pecho se ha sacado el gancho del pecho y está de pie, a pocos pasos de mí, mi primera intención es salir corriendo por la puerta, hasta que veo la llave que cuelga de la mochila y la cual está en la mesa que se encuentra en el centro de la sala. En ese mismo instante comprendo varias cosas, la primera de ellas es que sea lo que sea que haya ahí afuera va a ser tremendamente parecido a la pesadilla que viví cuando estaba en el continente con mis padres, solo que ahora me va a tocar afrontarla solo, la segunda es que al espécimen de zombie que tengo delante, no basta con clavarle algo en el cráneo, sino que hay que decapitarlo, y no creo que logre eso con mis cuchillos que no llegan a los diez centímetros.
Tanto el zombie como yo pasamos unos segundos mirándonos mutuamente, y así tan rápido como se dispara una bala, esa cosa da un salto descomunal por encima de la mesa, abalanzando todo su peso contra mi, y yo me quito justo a tiempo, unos segundos más y me habría atrapado bajo su peso, y después de eso ya sabes que estás muerto. Ahora tengo que pensar rápido, tal vez demasiado, porque en condiciones normales yo tendría mis hoces y a esas alturas ese bicho estaría cortado en dos, pero dado que no tengo mis hoces me va a tocar ser muy creativo, mucho más de lo que he sido nunca, para mi suerte, soy creativo. Me coloco de tal forma que ahora esa cosa y yo hemos intercambiado posiciones, y me preparo para acabar con el de la única manera que creo que puedo hacerlo. Como suponía ese cosa vuelve a dar un salto por encima de la mesa, así que yo me giro le agarro a la ensangrentada cadera y corro por la pared para esquivarlo y acabar en su espalda, una vez ahí, le incrusto el gancho en el cráneo, mientas la criatura gime y forcejea para agarrarme o derribarme, pero no le voy a dar esa oportunidad, comienzo a darme puñetazos al gancho para que se incruste más y más en el cráneo de esa criatura, a cada puñetazo que doy saltan chorros de sangre y hueso mientras que la masa cerebral comienza a saturar por los bordes del gancho a medida que este entra, cuando considero que está lo suficientemente clavado, doy un tirón para rajar su cabeza a la mitad, pero mis peores temores aparecen cuando después de la tercera vez soy incapaz de mover ese gancho ni un milímetro para rajarle la cabeza en dos, carezco de la fuerza necesaria para hacerlo, estoy más que seguro que de estar aquí con mi familia esto lo haría el musculitos de mi hermano Alex sin despeinarse, pero eso no va a ocurrir ahora, así que pierdo el control, me invade la ira, la rabia, el miedo y he de decir que también lo hace el odio, y empiezo a meter tirones como un esquizofrénico armando tal estruendo con la cadena que me empiezan a pitar los oídos, pero sigo porque noto como voy  desquebrajando su cráneo poco a poco, sigo hasta que pierdo el control de la criatura, la cual que de un golpe en una mala posición y acabo en el suelo, esa cosa se da la vuelta y me mira con unos ojos que a causa de la presión ejercida en su cabeza están saltones, rojos y lloran cerebro, yo tirado en el suelo empiezo a retroceder tan rápido que en menos que canta un gallos y sin quitarle la vista de encima paso la mesa y me pongo al otro lado, estoy a punto de ponerme de pie cuando esa cosa salta, a los pocos segundos de hacerlo oigo un fuerte crujido, demasiado fuerte, después acabo con esa cosa grasosa y sangrienta encima, con la cabeza abierta en dos partes por el impulso que ha dado el mismo. Su sangre empieza  resbalarme fría y densa por el cuello y noto como se va colando por mi pecho y va empapando toda mi camiseta como si de agua se tratase, su cerebro se desparrama por todo mi pecho, y dedos y ojos  aún se mueven después de eso, así que no puedo evitar que me entre un ataque de pánico y empiece a arrastrase por el suelo como loco para liberarme, y me pongo tan mal que mientras me arrastro y me pongo perdido de sangre no puedo evitar ponerme a llorar de la angustia y maldecir todo lo que se me cruza por la cabeza porque todo mi cuerpo tirita no sé si de miedo o por el exceso de adrenalina y el mal estar, pero no puedo evitarlo porque siempre he sabido cuanto necesitaba a mi familia, pero ahora es cuando verdaderamente empiezo a echar de menos al musculitos de mi hermano que siempre me ayudaba y calmaba en estas circunstancias y a la pija de mi hermana que se las apañaba para hacer que me sintiera invencible en las peores circunstancias. Después de liberarme me quedo tumbado en el suelo mirando el techo y cuando me calmo, lo cual para mi asombro no es mucho tiempo me levanto, cojo la mochila me la pongo en la espalda, abro la puerta y salgo a enfrentarme a lo que quiera que hay aquí afuera.

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