viernes, 15 de marzo de 2013

Capítulo 1: Feliz cumpleaños?


-Pipipipi-pipipipi-pipipipi-pipipipi
El despertador suena de forma estruendosa , y me hace abrir los ojos dando un salto, y sigue sonando en los siguientes segundos en los cuales trato de ubicar en donde diablos me encuentro, después y como de costumbre, le doy un manotazo tirándolo al suelo y así el estruendo acaba, segundos después y cuando estoy a punto de volver a entrar en el encantador mundo de los sueños, suena el otro despertador, y el que preparo apropósito alejado de mi para oblígame a levantarme a apagarlo , lo bueno es que mis instintos hace que le tire la almohada y tal es mi puntería que el reloj dos acaba en el suelo y la calma vuelve a mi cuarto, el sol se cuela tenuemente por la persiana, los pájaros cantan fuera, y mis cansancio hace que mis ojos vuelvan a cerrarse, hasta que la bruja de mi hermana abre la puerta y desde fuera grita
-¡Eriiiiiiiiiiiiiiiiik!.... ¡me has despertado!
Yo aun con los ojos cerrados tanteo la cama en busca de la almohada, para estampársela en la boca y hacer que sus incesantes gritos cesen, cuando caigo en la cuenta que ya la he tirado, solo me levanto, la miro y digo
-Madre…que pintas
Y como si estuviera programado para ello se tantea el pelo, deja de gritar, y sale corriendo hacia el baño, cosa que me da el suficiente tiempo como para levantarme, cerrar la puerta con el pestillo y volver a la paz y el silencio que tanto admiro, supongo que lo he heredado de mi padre y sus ámbitos de caza, en los cuales el silencio es la clave de la supervivencia.
Como de  costumbre y casi manía, abro la persiana y miro al mar durante unos segundos, hoy incluso más rato que el resto de los días, al fin y al cabo hoy es mi día, y puedo hacer lo que quiera, pues no se cumplen dieciocho años todos los días, aunque el hecho de que sea mi decimoctavo cumpleaños también me recuerda que es el noveno desde la gran catástrofe, jamás podre olvidar el día en el que ese maldito meteorito se estrellara contra nuestra tierra al igual que tampoco olvidaré el día que anunciaron la incompetencia de los científicos que mutaron el contenido del meteorito, parte de mi mente se traslada a ese momento en el que anuncian por la tele que el apocalipsis está más cerca que nunca, y quien nos lo diría que llevaba razón, y diez años después solamente quedaran con vida el siete por ciento de la población mundial, recluidos en islas, alejados de esas cosas que antes llamábamos personas. Aun no sé qué es lo que les hace ese virus a las personas, pero la palabra zombie es la que más se asemeja a la realidad, cuando quiero darme cuenta unas manos se interponen entre mis ojos y el paisaje y la voz de mi hermano mayor dice
-Felicidades mocoso…mama quiere que te baje sin que mires- dice con voz dulce y feliz, como de costumbre
-Sabes que…- digo, pero me interrumpe, porque sabe lo que voy a decir
-Ordenes de mama, así que no te quejes y camina, yo te guío
-¿Puedo al menos vestirme?
-Creo que no… además, así estas más mono- dice riéndose
Camino a duras penas con miedo a que mi hermano me dirija camino de una pared, y cuando toca bajar las escalaras nos pasamos un siglo hasta llegar a bajo, cuando abro los ojos y me veo delante de mí a mis padres, mi hermana, y mis dos mejores amigos, se pongo más colorado que un tomate por el simple hecho de que he bajado con un simple pantalón, y entonces Alex me susurra al oído
-Ve te lo dije… así estas más mono-
Hago de tripas corazón y entro en la cocina tal cual estoy, al fin y al cabo, son mis mejores amigos. Una hora después, y con la tripa llena por el gran desayuno que mi madre ha preparado, puedo escaquearme a la planta alta para vestirme. No tardo mucho en hacerlo, como siempre me pongo mis pantalones vaqueros ajustados, ya que son los únicos vaqueros que me dejan correr con comodidad, me ato mis botas con ese extraño nudo que mi padre me ha enseñado, me pongo una camisetita, y sobre ella algo que me gusta llamar mi equis, es un cinturón que se coloca en el pecho y que queda con forma de equis, que es lugar para guardar mis cuchillos  equilibrados, y regalo por mis diez años, y sin los cuales no voy a ninguna parte, más que nada porque su tamaño es el de un dedo y medio y son los más ligeros de todo mi arsenal cortante, digo esto porque al poco de venir a la isla, y cuando digo esto me remonto a hace unos tres o cuatro años, yo no iba a ninguna parte sin estos cuchillos, sin mis dos pistolas gemelas, sin mis dos cuchillos de oz que por cierto se colocan en los lumbares, son igual de grades que un antebrazo y son una pasada, y por último y no menos importante sin los cuchillos de corte profundo, en definición son como cuchillos de cocina pero equilibrados, y que van colocados en mis muslos, pero después de que en mi segundo día de clase, un muchacho me intentara atacar con una catana, lo cual acabo ligeramente en tragedia, pues no me hizo falta ni dos segundos para desarmarle, tirarle a suelo y ponerle una de mi hoz en el cuellos, y de que él me acusara de intentar matarlo… bueno pues digamos que el director tubo una larga charla con mi padres, con los cuales es más difícil de dialogar que con nosotros, por el simple hecho de que nos han educado para ir armados en cualquier momento y así protegidos en este mundo de locos, al final y por suerte para mi integridad moral, se llegó al acuerdo de que solo podría llevar estos cuarenta pequeños, que tanto quiero y admiro.
Cuando vuelvo a bajar al comedor Andrew y Tommy ya me están esperando en la puerta para ir al instituto, aunque cuando salgo lanzado hacia ellos no puedo evitar fijarme en que Dacotta, mi hermana  a horas del día, ya está jugueteando con los explosivos que tanto le gustan y que tanto ponen a mi madre de los nervios, para mi suerte consigo salir de mi casa antes de que mi madre entre por la cocina y la grite para que saque esas cosas de su cocina y se las lleve fuera, porque ya es normal que mi madre nunca la diga que tenga cuidado con eso, pues lleva más tiempos con explosivos que con un lápiz entre las manos, y exacto, eso es lo que ha provocado este nuevo mundo, hemos pasado tanto tiempo intentado protegernos que ahora la mayoría los niños, saben mejor utiliza las armas que escribir, ya que fuera de este lugar eso es lo único que asegura la supervivencia. Alex maneja las pistolas como una extensión más de su cuerpo, a Dacotta se le da de lujo que las cosas hagan boom, en cuanto a mí, dame un cuchillo o un arco, y acabaré con un ejército yo solo,  al ser el más pequeño y silencioso de la familia, mi padre, militar de tierra, mar y aire, se ocupó de enseñarse a utilizar estas cosas con filo, a moverme por cualquier zona mejor que un animan en acecho y a pelear mejor que muchos de los hombres que se encuentran en esta isla, además de que los tres sabemos trepar como monos  y nadas como peces, y tenemos muchos conocimientos en supervivencia y medicina. Pero bueno, ya hace mucho que no hacemos eso, y ahora es mejor centrarse, estudiar lo que no pudimos y vivir en este mundo, que intentar vivir en el mundo acabado y derruido del pasado.
En cuanto llegamos a la escuela y veo aquel panorama, me dan ganas d darme la vuelta cruzar esa mar que nos separa de los grandes continentes antes que entrar es ese lugar al que incluso podríamos llamar antro. Niños de todas las edades entran y salen, y cuando digo de todas las edades me refiero a un rango entre los cuatro y los veintiún años, pues dadas las circunstancias, todos los cursos se dan en el único lugar apto, con muchas comillas, para el estudio. Durante el trayecto de la entrada a clase tenemos que recorrer la friolera de cuatro plantas y dos pasillos que parecen no tener fin, y antes de llegar debemos de pasar por el manicomio de lo mocosos, no es que estén locos, lo aparentan, pero no, más bien es que son críos demasiado pequeños para distinguir de que es razonable y que sobrepasa la estupidez, en otras palabras en ese pasillo llevar un I-pod al tope de potencia seria como intentar oír música ambiental y relajante dentro de una discoteca en la que solo ponen regeton.
La clase de la señorita Mc. Granyer que pasa más rápido incluso de lo que me gustaría, sinceramente no he prestado mucha atención a lo que decía, me he dedicado a ojear un libro de trampas que tome prestado de la biblioteca hace dos semanas, aunque he logrado escuchar que ha estado hablando sobre la gran purga, que es la forma bonita que tiene la gente de llamar a le hecho de que unas cosas, llamémoslas zombie nos expulsaran de nuestras casas y nos hicieran exiliarnos en unas islas que se encuentran en medio de ninguna parte, luego solo tengo un vacío en el que estuve leyendo la construcción de una trampa muy compleja, después de eso, solo ha hablado sobre el paso que vivimos desde que llegamos a estas islas, evolucionando de vivir en chozas como los neardertales y los esclavos hasta que los hermanos Dauwdee se embarcaran en un viaje hacia las tierras contagiadas, y trajeran consigo cargamentos enteros de la tecnología que tanto amábamos y tan olvidada teníamos, en otras palabras no ha hablado de nada que me interese y que ya no conozca. Cuando salgo de la clase me percato que hay una panda de gente tíos de mi edad que me miran de arriba abajo, entre ellos el chaval que me acuso de intentar rebanarle el cuello, en un primer momento o le doy importancia, hasta que dos plantas después me percato de dos cosas, la primera es más que lógica, me van siguiendo y, no sé si están intentado pasar desapercibidos, pero desde luego si es así no lo están consiguiendo del todo, la segunda es que, aunque intente disimularlo todos van armados, así que más disimuladamente cojo tres cuchillos y los coloco entre  mis dedos, no tengo intención de atravesar la cabeza de ninguno de ellos, no es que no pueda, es más bien porque no tengo ganas de estar limpiando charcos de sangre y también, pero en menor proporción porque no quiero que me tomen por asesino. El primero de ellos no tarda mucho es desenfundar un estúpido cuchillo de cocina y en abalanzarse hacia a mí por la espalda, como solamente haría un cobarde, en una décima de segundo yo ya me he girado y le he lanzado uno de mi cuchillos a su mano, haciendo que este choque contra su cuchillo y lo desarme para después tirarle al suelo simplemente echándome hacía un lado y poniéndole la zancadilla, los otros dos que aún tengo en las manos va a parar a los costados de la camisa de uno de ellos, enganchándole sobre las taquillas que tiene detrás, y he hecho esto porque lleva una cerbatana, y es al único que quiero quietecito de una manera que sus manos no lleguen a su boca, ya solo quedan dos, uno que no tarda en abalanzarse sobre mí y que acaba en el suelo con una de mis llaves a la misma velocidad y por último el chico que un día me acuso. Entonces cometo un fallo, y me doy cuenta por el profundo escozor que siento en mi brazo izquierdo, el caso es que he estado mirando a ese idiota tan fijamente a la cara para meterle miedo que no me he percatado que el de la cerbatana se había soltado, al igual de que me he percatado de que había tirado su dardo demasiado tarde como para esquivarlo, algo me hace girar la vista hacia atrás y veo justo en la dirección que llevaba el dardo de la cabeza de una chica que estaba sacando los libros de su taquilla, y como la muchacha es sorda no se ha percatado aun de lo que ha ocurrido, cuando veo eso, en parte me alegro de haber recibido el dardazo y en parte me culpo por haberme despistado demasiado, me arranco el dardo, y eso me hace más daño del que creía que me haría, después de extraerlo y ver la forma de arpón comprendo por qué me ha dolido tanto, aun así me trago el dolor, y todo mi ser evita que mi cuerpo genere ni una sola mueca de este, desenfundo un cuchillo con cada mano y entonces digo con un tono que hace que el tío que es su tiempo me acuso, salga corriendo
-Si me entero de que lleva veneno, me encargare de hacerte una visita nocturna y degollarte mientras duermes, no me acusaste tú de eso una vez
Después de que su amigo abandone al tío de la cerbatana que aún tiene la cintura enganchada por la camisa que yo he enganchado a las taquillas, me acerco paso a paso y cuando tengo mi cara junto a la suya, llega el oportuno director, y es eso lo único que ha salvado a ese insensato de acabar con la nariz rota por un cabezazo.
Soy yo solo el que acabo en su despacho, lo más graciosos es que como de costumbre yo tengo la culpa y he empezado la pelea, solo que esta vez tenemos una nueva buena, ahora resulta que la herida de mi brazo me la he hecho yo, es de eso mismo que me acusa el director después de supuestamente preguntar a varios alumnos del centro, sinceramente me da la curiosidad de preguntarle si a los que ha entrevistado ha sido a mis agresores, pero la experiencia me dice que con este tío, es mejor mantener el pico cerrado y te llevaras castigo extra
-Bien Erik dado a que los castigos parecen serte poco sustanciosos, he decidido que esta tarde, de usted las clases de natación y salto con trampolín
-¿Qué yo de clases?- preguntó retóricamente riéndome
-Exacto- responde el director, que no ha captado la pregunta retorica
-Bien espero que sus alumnos tengan seguro
-Muchacho ya es la cuarta vez que ocurre algo como esto- dice el director elevando el tono- cuando yo estudiaba a los alumnos como tú se les aplicaba otras medidas de castigo menos ortodoxas
-Si también cuando usted estudiaba, fusilaban a la gente y después preguntaban
-¿Vas a cumplir tu castigo?.... o ¿tendré que expulsarte?
-Voy a cumplirlo, pero se acabó de cargar con las culpas de otros señor, yo no tengo las culpas de que sea huérfano, pero eso no le da derecho a que una vez al año intente matarme de una manera diferente, y encima tenga que cargar con su castigo- digo haciendo referencia a Héctor, el pequeño que me acuso de degollarle y me ha metido en otros tantos líos
-¿Qué insinúas?- pregunta el director algo alterado
-Sabe perfectamente lo que insinuó, así que será mejor que le llame y hable con él porque la próxima vez apuntare a su cuello en vez de a su ropa y armas
-¿Serias capaz de…
-¿De asesinar?...¿de matar a alguien a sangre fría?... ¿Sabe?, esa fue muy vida durante cuatro años, yo he matado a más criaturas que usted a rebeldes en la guerra… ese lugar de ahí afuera te cambia, te enseña a que o eres fuerte y luchas o te comen… y hablo literalmente, así que hable con ese niño si no quiere ver sangre derramada sobre sus pasillos
-Erik…
-¿Dígame?- digo más en tono cabreado
-Entonces comprendes porque tengo que protegerle, sin encima le castigara, lo hundiría más en la mierda de lo que ya lo esta
-Tal vez, lo hundiría más, pero se da cuenta que está creando un psicópata que cree que puede amenazar de muerte a la gente y que otros se lleven la culpa… sinceramente, le está inculcando la educación de asesino en serie
-Erik… te levanto el castigo, tienes toda la razón, tu no debes de cargar con sus culpas
-Oiga, usted y yo no nos llevamos muy bien, eso es nuevo, pero es esta isla solo cinco personas saben nadar, mi padre y usted están muy ocupados, y mis hermanos se negaría a hacerlo, yo lo haré  claro que un incentivo que elimine mi falso historial delictivo no estaría mal
-Lo he cogido… ven a las siete, te estarán esperando dos clases de tu curso…Erik, no llegues tarde
-Piérdase- digo saliendo de su despacho
Nada más salir me llamo estúpido a mí mismo una decena de veces por acepta ir al instituto una tarde de viernes que podría pasarla con mis amigos celebrando mi cumpleaños, pero bueno, no puedo negar que el hecho de tener un historial nuevo es un buen regalo y además he nacido a las doce de hoy, así que si lo celebro mañana no creo que nadie se moleste, además que coño soy yo el que cumplo años, aun así aceptar lo de las clases ha sido muy estúpido por mi parte, así que solo me queda salir corriendo de ese sitio no sea que al director le dé por salir del despacho y pedirme que de clases durante más tiempo.

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