sábado, 16 de marzo de 2013

Capítulo 3: Macabro


 Cuando vuelvo a recuperar la consciencia, me percato al instante de tres grandes cosas, la primera estoy atado a una silla,  la segunda hay un profundo olor a metal en la habitación, la tercera me duele la cabeza como si me hubiera estallado una bomba dentro. Mis ojos se abren con tanta debilidad, que casi tengo que hacer fuerza para que sigan abiertos, una situación parecida a cuando estas en clase, el día anterior no has dormido y te encuentras al maestro hablando sobre la guerra de independencia con un tono de voz tipo documental, que de una forma subliminal te está diciendo que te duermas, te incita a que se te cierren los ojos de una manera que no lo puedes evitar,  hace que la cabeza te de tumbos hacia los lados que tu contra arrestas con rápidos movimientos que constan de volver a colocar la cabeza en posición vertical y abrir los ojos de golpe, para que se vuelva a repetir ese bucle que no acaba hasta que acaba la clase, pues esa misma sensación pero multiplicada por un numero algo más grande de lo que puedo llegar a imaginar en este momento, y parece mentir, pero lo único que me mantiene aún despierto es el hecho de que no han debido de cachearme, y al llevarme de un lado a otro uno de mis cuchillos se ha debido de salir un poco y su frio metal hace que no pueda apoyarme en condiciones sobre la silla.
Pasa bastante tiempo antes de que el sueño desaparezca, no sé cuánto, pero estoy seguro que pasa una media hora larga, después de eso mi mente vuelve a ser la de siempre, y comienzo a intentar revisar el lugar donde me encuentro, pero como he dicho solo lo intento, porque este lugar esta tan sumido en las sombras que no puedo verme ni las piernas, y todo lo que consigo percibir es un goteo constante de agua y un sonido chirriante de cadenas al ser balanceadas por el aire.

Como sea quien sea parece haberme dejado allí y tiene pinta de que va a tardar en volver, forcejeo con la silla y la áspera soga que aprieta mi manos de forma estrangulante, a duras penas consigo llegar con la yema de los dedos a tocar mis cuchillos, y dado a que los necesito para liberarme, llevo a cabo algo que solamente hice la vez que mi padre nos amordazo a los tres para ver de que éramos capaces, en ese momento todos creíamos que tomas seria el que se liberaría primero y nos ayudaría al resto, pero para el asombro de todos incluido el mío, fui yo, por el simple hecho de que con seis años de disloque la muñeca, y fue esa pequeña ventaja lo que me hizo liberarme esa vez, y lo que me va a ayudar ahora,  apoyo el dedo de la mano izquierda sobre mi muñeca derecha, lo incrusto dentro, y como un truco de magia mi muñeca se sale de su sitio y me deja llegar a mis queridos cuchillos, mi siguiente problema es que estoy tan pegado a la silla que sacarlos me cuesta un mundo y dos cortes, eso significa que cuando me libere me encargare de arrancarle el cuello a cualquiera que ose entrar por esa puerta. Cuando me libero lo primero que hago es levantarme, para a continuación avanzar paso a paso tanteando todo a mi paso, y no tarde mucho en chocharme contra una mesa,  en la cual hay un farol. Lo enciendo sin mucho problema, y cuando lo hago todo la oscura sala se ilumina al son que yo doy un sobresalto pues a pocos pasos de mi hay una puerta cerrada y que tiene un rastro de sangre en la dirección a la única salida, pero el verdadero susto me lo doy cuando al darme la vuelta, veo, a pocos pasos de donde yo estaba atado, el cuerpo de un hombre de unos treinta años, con un gancho atravesado por el pecho y por el cual le han colgado del techo, una escena de lo más espelúznate tanto que hace que me gire me tenga que apoyar en una pared y vomite todo lo poco que contenía mi estómago, sobre todo por el hecho de que aun gotea sangre, durante unos segundos una sensación extraña invade mi cuerpo, un frio inmenso  me recorre desde los pies hasta la cabeza como una ola, y todo mi cuerpo sufre un sudor frio seguido de una sensación agobiante y mareo seguido de ese típico pitido tan molesto que sientes en los oídos cuando estas apunto de desmayarte, y me veo obligado a sentarme en el suelo y cerrar los ojos para recuperar algo de calma e intentar no caerme redondo al suelo, en esos momentos en los que no me puedo quitar la imagen de mi cabeza  y la angustia que esa imagen me produce, llegando hasta el  punto de que me den ganas de ponerme a llorar, pues es que mi teoría sobre la diferencia entre zombie y hombres se ve  reforzada, porque los zombie no haría una barbarie como esta, los zombie se lo comerían, pero no lo colgarían de un gancho, aunque para mi gusto lo que hace que cada vez que abra los ojos se me revuelvan las tripas es el hecho de ver los arañazos en la pared y no poder evitar que mi mente reproduzca el momento en el que colgaron a ese hombre ahí cuando aún estaba vivo.
Cuando consigo ponerme en pie de nuevo, y cuando digo consigo me refiero a que ya parece habérseme pasado el mareo, la angustia se ha reducido y las piernas ya no me tiemblan como lo hacían hace unos segundos, pongo todo mi esfuerzo en no mirar la estrambótica y macabra escena, pero algo en mi cuerpo no puede evitarlo, como cuando estás viendo una película de miedo, que te tapas los ojos con las manos, pero sigues mirando entre los dedos, pues lo mismo pero un poco menos disimulado, sobre todo cuando me doy cuenta que en el pincho hay ensartado algo más que un hombre, hay una carta. Así que hago de tripas corazón, apago todo sentimiento de mi cuerpo o por lo menos lo retengo dentro de mi todo lo que puedo, me acerco a el cuerpo, no sin que me den ganas de vomitar por el fuerte olor a sangre y descomposición, cojo la carta bajo una repetición de ahorcadas múltiples y me alejo de allí lo máximo posible pero sin llegar a salir de la habitación,  me siento en el suelo intentando contener la adrenalina y la hiperventilación, porque aunque parezca que no, de matar zombie a esto hay un mundo, tres galaxias y tal vez dos universos. Abro la carta lo mejor que puedo mientras mis manos tiritan como si tuviera hipotermia y tomo mi cuerpo es invadido por el miedo cuando me percato que su contenido está escrito con sangre.

-Bienvenido y enhorabuena por seguir con vida, si te acabas de despertar y te has liberado, eso significa que aquí comienza tu calvario, si simplemente has entrado en esta sala, eso significa que tu calvario aún no ha acabado. Pero como esta nota es la de iniciación, empezare con lo básico, estas metido en un laberinto en tres dimensiones que jugara con tu mente, tu única meta es salir de aquí con vida, y has de saber que no hay reglas. Para tu supervivencia encontraras una mochila debajo de la mesa, con ella podrás pasar aquí adentro una semana, después tendrás que buscarte la vida, suerte y dame un buen espectáculo.

Cuando leo esa nota, me quedo tan perplejo como lo haría cualquier ser humano corriente, y en mi mente se juega una extraña batalla, un parte de mi esta tan aterrorizada que impide que me mueva de donde estoy por que por lo que respecta, aquí no hay peligro y quiera dios saber que hay afuera, pero otra parte de mi dice a gritos que salga de esta jaula lo más rápido que pueda y comienza la búsqueda de la salida, pero parece ser que gana la parte de quedarme donde estoy hasta que ya no queden recursos y tenga que salir de aquí sí o sí. Levaré dos horas sentado en el mismo lugar sin mover ni un musculo, lo que tiene como consecuencia que una pierna y el culo se me hayan dormido, pero aún estoy demasiado agotado como para preocuparme por eso ahora, al final el cansancio empieza a poder conmigo y los ojos se me empiezan a cerrar, estoy a punto de dormirme cuando oigo un sonido extraño, y eso me hace abrir los ojos de golpe, reviso la sala de arriba abajo no veo nada extraño, cuando oigo el sonido de las cadenas y dirijo la mirada hacia el único lugar al que no había mirado para evitarme la angustia, estoy a punto de dar un grito. Los ojos del hombre colgado por el gancho están abiertos y me están mirando, con una mirada fija, perturbadora. Cuando empieza a mover la mano para agarrar la cadena es cuando doy un salto y me pongo de pie, y cuando quiero darme cuenta esa cosa gorda, grasienta y con agujero en el pecho se ha sacado el gancho del pecho y está de pie, a pocos pasos de mí, mi primera intención es salir corriendo por la puerta, hasta que veo la llave que cuelga de la mochila y la cual está en la mesa que se encuentra en el centro de la sala. En ese mismo instante comprendo varias cosas, la primera de ellas es que sea lo que sea que haya ahí afuera va a ser tremendamente parecido a la pesadilla que viví cuando estaba en el continente con mis padres, solo que ahora me va a tocar afrontarla solo, la segunda es que al espécimen de zombie que tengo delante, no basta con clavarle algo en el cráneo, sino que hay que decapitarlo, y no creo que logre eso con mis cuchillos que no llegan a los diez centímetros.
Tanto el zombie como yo pasamos unos segundos mirándonos mutuamente, y así tan rápido como se dispara una bala, esa cosa da un salto descomunal por encima de la mesa, abalanzando todo su peso contra mi, y yo me quito justo a tiempo, unos segundos más y me habría atrapado bajo su peso, y después de eso ya sabes que estás muerto. Ahora tengo que pensar rápido, tal vez demasiado, porque en condiciones normales yo tendría mis hoces y a esas alturas ese bicho estaría cortado en dos, pero dado que no tengo mis hoces me va a tocar ser muy creativo, mucho más de lo que he sido nunca, para mi suerte, soy creativo. Me coloco de tal forma que ahora esa cosa y yo hemos intercambiado posiciones, y me preparo para acabar con el de la única manera que creo que puedo hacerlo. Como suponía ese cosa vuelve a dar un salto por encima de la mesa, así que yo me giro le agarro a la ensangrentada cadera y corro por la pared para esquivarlo y acabar en su espalda, una vez ahí, le incrusto el gancho en el cráneo, mientas la criatura gime y forcejea para agarrarme o derribarme, pero no le voy a dar esa oportunidad, comienzo a darme puñetazos al gancho para que se incruste más y más en el cráneo de esa criatura, a cada puñetazo que doy saltan chorros de sangre y hueso mientras que la masa cerebral comienza a saturar por los bordes del gancho a medida que este entra, cuando considero que está lo suficientemente clavado, doy un tirón para rajar su cabeza a la mitad, pero mis peores temores aparecen cuando después de la tercera vez soy incapaz de mover ese gancho ni un milímetro para rajarle la cabeza en dos, carezco de la fuerza necesaria para hacerlo, estoy más que seguro que de estar aquí con mi familia esto lo haría el musculitos de mi hermano Alex sin despeinarse, pero eso no va a ocurrir ahora, así que pierdo el control, me invade la ira, la rabia, el miedo y he de decir que también lo hace el odio, y empiezo a meter tirones como un esquizofrénico armando tal estruendo con la cadena que me empiezan a pitar los oídos, pero sigo porque noto como voy  desquebrajando su cráneo poco a poco, sigo hasta que pierdo el control de la criatura, la cual que de un golpe en una mala posición y acabo en el suelo, esa cosa se da la vuelta y me mira con unos ojos que a causa de la presión ejercida en su cabeza están saltones, rojos y lloran cerebro, yo tirado en el suelo empiezo a retroceder tan rápido que en menos que canta un gallos y sin quitarle la vista de encima paso la mesa y me pongo al otro lado, estoy a punto de ponerme de pie cuando esa cosa salta, a los pocos segundos de hacerlo oigo un fuerte crujido, demasiado fuerte, después acabo con esa cosa grasosa y sangrienta encima, con la cabeza abierta en dos partes por el impulso que ha dado el mismo. Su sangre empieza  resbalarme fría y densa por el cuello y noto como se va colando por mi pecho y va empapando toda mi camiseta como si de agua se tratase, su cerebro se desparrama por todo mi pecho, y dedos y ojos  aún se mueven después de eso, así que no puedo evitar que me entre un ataque de pánico y empiece a arrastrase por el suelo como loco para liberarme, y me pongo tan mal que mientras me arrastro y me pongo perdido de sangre no puedo evitar ponerme a llorar de la angustia y maldecir todo lo que se me cruza por la cabeza porque todo mi cuerpo tirita no sé si de miedo o por el exceso de adrenalina y el mal estar, pero no puedo evitarlo porque siempre he sabido cuanto necesitaba a mi familia, pero ahora es cuando verdaderamente empiezo a echar de menos al musculitos de mi hermano que siempre me ayudaba y calmaba en estas circunstancias y a la pija de mi hermana que se las apañaba para hacer que me sintiera invencible en las peores circunstancias. Después de liberarme me quedo tumbado en el suelo mirando el techo y cuando me calmo, lo cual para mi asombro no es mucho tiempo me levanto, cojo la mochila me la pongo en la espalda, abro la puerta y salgo a enfrentarme a lo que quiera que hay aquí afuera.

viernes, 15 de marzo de 2013

Capítulo 2: Sorpresa


 Son las siete empunto y aunque parezca extraño de mí, he llegado con diez minutos de antelación para cambiarme y estirar un poco,  hace escasos minutos estaba preocupado por que no venga nadie, pero ahora que estoy aquí, en el borde de la piscina mojándome los pies mientras espero que alguien se digne a aparecer lo que realmente me preocupa es que se presente alguien. Aun pienso en que estaba pensando para aceptar dicho disparate… si yo en mi vida he dado una clase a nadie, es más la última vez que intente explicarle a Dacotta como lanzar un cuchillo estuvo a punto de clavárselo a Alex que para colmo estaba en la dirección contraria a la que mi hermana tenía que tirar, así que aún me pregunto qué narices voy a hacer yo dando clase a diez quizá veinte o incluso treinta personas. Diez minutos más tarde nadie aparece por allí, en un mundo normal, pensaría que he ido a la piscina equivocada del barrio, pero sabiendo que esta es la única piscina de toda la isla, resulta un poco difícil confundirse de lugar, así que puesto a pasar el tiempo me dispongo a subir el trampolín y hacer todas esas cosas que hacia cuando era pequeño preparándome para los campeonatos de trampolín. Cuando estoy arriba, mi corazón comienza a palpitar, la adrenalina recorre mi cuerpo entero y viejos y bonitos recuerdos bombardean mi cabeza, en ese momento visualizo lo que quiero hacer, me pongo en el extremo del trampolín, doy  un salto, lo refuerzo con dos impulsos y salto hacia adelante. Son cinco metros en los que hago tres piruetas hecho una bola y acabo la acrobacia con un salto del ángel, aunque me soy un ligero susto cuando tengo que para mí caída con las manos por que el suelo no es lo suficientemente profundo para ese tipo de acrobacias, en ese momento, bajo el agua, en uno de los pocos lugares en donde mis instintos se agudizan, me alegro de no haber hecho un tripe mortal invertido con caída resta. Cuando salgo del agua una decena de personas aplauden, supongo porque me habrán visto saltar, aunque sinceramente mientras saltaba yo no he visto a nadie.
-¿Habéis venido por lo de clase?   
Todos asienten, como él dijo el director todos son gente de mi edad, y sinceramente me parece muy extraño que teniendo el mar a veinte minutos exagerando el recorrido ninguno sepa nadar, así que me tiro al agua y una vez dentro digo
-bueno… ¿A que estáis esperando?... el primer paso es quitarse la hidrofobia, y solo tenemos tres horas para que aprendáis lo básico
En ese momento la expresión que se me viene a la cabeza es la de patos al agua, y nunca mejor dicho, todos ellos se tiran a la piscina y la mayoría de ellos comienzan a hundirse y chapotear con terror a ahogarse en lugares en donde hacen pie de tal manera que podrían sacar medio cuerpo fuera del agua, así que si… patos al agua. Tres horas después  y para mi suerte, la mayoría flotan y los que no lo hacen por lo menos han comprendido el concepto de contener la respiración debajo del agua e impulsar con la mayor fuerza para salir fuera. Me quedo tranquilo cuando al acabar la clase, todos ya nadan, no son profesionales, ni mucho menos, menos da una piedra.
-Bien… está muy bien para tres horas, pero de verdad si nadáis aquí una vez a la semana, aprenderéis más que bien, otra cosa… ya se que tengo la misma edad que vosotros y pensareis “nos va a dar el sermón”, pero bueno me ha tocado ser el profesor hoy- en cuanto digo eso se oyen unas carcajadas, eso me indica, que por lo menos me escuchan y les he caído bien, eso o me han tomado por un completo idiota, pero me gusta ser positivo así que prefiero lo primero- lo poco que os he enseñado hoy, pasarlo vale, a ver si logramos que todos nademos
-Aunque sea como perros… pero nadaremos
-No es la mejor explicación pero bueno me vale – digo sonriendo, y al final todos acabamos riéndonos
Todos se van a las duchas y dado a que no soporto el hecho de que nadie me vea desnudo, bueno desnudo al completo, así que me quedo un rato más dando saltos en el trampolín, uno por uno los quince se despiden de mí, diez minutos después ya estoy lo suficientemente agotado como para parar, al final la experiencia no ha sido tan mala como me lo esperaba, dado que ahora tengo diez amigos más y bueno, Amanda no dejaba de mirarme en todo momento, y la chica no está nada mal. Salgo de la piscina, me seco ligeramente con la toalla y me voy camino de los vestuarios, estoy apunto d entrar cuando miro la escena, una sala inmensa con una piscina arrebozar de agua que aún se agita ligeramente después de la última sacudida que le he metido al caer, todos los focos de luz a tope, mientras que fuera reina la noche un una luna llena tan grande que parece un queso, esta perfecta para echarle una foto. Una vez dentro de los vestuarios, me desnudo y me ducho, bueno tal vez la palabra ducha sea algo exagerada, me meto bajo el chorro de agua sin cloro me doy una pizca de champú en la cabeza y me aclaro, y desde luego eso es más bien mojarse que ducharse, después de secarme, vestirme y cargarme con mis cuchillos, que hacen que me sienta seguro en una noche como esa, me pongo un jersey fino que he cogido, dado que he previsto que iba a salir tarde y algo mojado aun, lo bueno que tiene es que ahora para cualquier persona, yo no voy armado, el jersey cubre los cuchillos, y no sé por qué, pero después de mirarme en el espejo para colocarme el pelo, me doy cuenta que también me ha dado un ligero toque de gánster.
Un fuerte estruendo fuera de los vestuarios llama mi atención, y lo hace porque en un lugar como es difícil producir un ruido de tal magnitud, y ya no solo por el ruido, si no por el hecho de que estoy solo, y la piscina ya está cerrada con ese extraño mecanismo de la puerta que hace que una vez sales ya no puedas entrar hasta que al día siguiente a las diez de la mañana abren el recinto, en otras palabras ese ruido me da mala espina, muy mala espina, porque me hace recordar en los tiempos en los que vivía en el gran continente y tenía que estar continuamente alerta por si alguna de esas criaturas entraba,  y da la casualidad que cuando lo hacían, no es que fueran especialmente silenciosas. Meto una de mis manos dentro de mi jersey mientras sujeto uno de mis cuchillos sin llegar a sacarlo en ningún momento de su funda, y me dirijo hacia la fuente del ruido, cuando abro la puerta del vestuario, examino con la mirada rápidamente toda la sala, y cuando veo ese gran agujero en la cristalera de la piscina, y lo que quiera que la haya roto, reposando ya en el fondo de la piscina, la cual aún genera ondas de forma virulenta, y solo en ese momento me doy cuenta que mi vida puede estar corriendo riesgo, pero en el momento en el que todas las luces se van de golpe y me quedo allí sumido en las sombras, siendo la única luz la tenue luz que la luna proyecta, es cuando mi cabeza recuerda el día del apocalipsis, primero se quedó todo a oscuras, después en un par de horas se podía oír a la gente correr por todos los lados y hacia todas las partes, unos días después lo hacíamos nosotros por unas calles solitarias y bañadas en sangre, plagadas de esas cosas y sin idea de cómo usar un arma, y desde ese día vivir sin luz y con el temor de estar siendo acechado a cada segundo era normal, cuando me vine aquí olvide lo que eran esos días oscuros en los que cuando oías un ruido lo único que podías hacer era coger un arma a distancia trepar a un árbol y rezar por que no fuera un zombie y de serlo que no fuera una manada, y si ya todo lo anterior no podía ser, por lo menos rezar para que tuvieras suficiente munición para matarlos a todos, ya había olvidado lo que era que el corazón te lata a cien quilómetros por hora amenazando con salírsete del pecho y tener una bola de miedo en la garganta que te impide respirar con normalidad, en general, ya había olvidado lo que es sentirse la presa y no el cazador.
Todo mi cuerpo se pone alerta, mis oídos rastrean cada vibración en el ambiente, mi ojos intenta transformar a imágenes nítidas todos esas sombras sin sentido, mi olfato intenta encontrar un olor que no sea cloro o jabón perfumado, y mi tacto empieza a aferrarse a los cuchillos, creo que incluso con más fuerza que cuando estaba en el continente, pues allí siempre tenía a mis hermanos y a mis padres en la habitación o en el árbol de alado, pero en este momento estoy yo solo, y ya sé que la probabilidad de que sea un zombie es muy poca sino más bien imposible, porque lo que me da realmente miedo es que sea un humano, porque los humanos piensan y los zombie no, y eso hace que el ámbito de “caza” sea mucho más amplio y macabro si cabe la palabra, tal vez es ligeramente exagerado, o tal vez no, lo único que se es que en estos momentos tengo tanto miedo que el simple hecho de pensar con claridad se ha vuelto un micro mundo.
-¿Hay alguien ahí?- pregunto
En cuanto lo hago me doy  cuenta de las gran estupidez que acabo de hacer y maldigo para mis adentros todo cuanto se me viene a la cabeza, como se me ha podido ocurrir preguntar eso, es más que obvio que hay alguien y es muchísimo más obvio aun darse cuenta de que si ese alguien busca atacarme no va a contestar desvelando así su posición como acabo de hacer yo, ahora solo me queda quitarme  la ropa para que el cuchillo se clave con más facilidad, sacar un rotulador, y marcarme en el cuerpo círculos a modo de “clávese aquí”, ralla continua para “seccione sin salirse” y ralla discontinua para ”vena que suelta mucha sangre”. 
Doy unos pasos hacia adelante, realmente no sé para qué, pero en estos momentos no se me ocurre nada mejor y el miedo parece estar bloqueando mi creatividad, no mejor dicho el miedo parece estar bloqueando cada una de las neuronas que me hacen un ser humano cuerdo, y ahora solo parezco un payaso que se ha olvidado de su guion y solo puede hacer tonterías sin sentido, así que respiro hondo, intento llevar a mis venas toda la calma que puedo introducir en mis pulmones y distribuirla por todo cuerpo, pero como es lógico el oxígeno no es una buena droga tranquilizante. Llega punto en que mi mente se da cuenta que en esa sala no hay nada, y que quiera lo que sea que ha entrado en estos momentos se encuentra dentro de los vestuarios, un lugar alejado de la tenue luz de la luna y lleno de recovecos donde un psicópata podría esconderse para lazarse sobre mi espalda, así que más que convencido me dispongo a darme la vuelta, cuando algo, ya que no puedo definirlo con otra palabras se cruza por delante de mis narices, y hablo de manera más que literal, una sombra de algo que no logro reconocer pasa a tan solo un palmo de mi, de tal manera que incluso puedo sentir el aire que genera al hacerlo, para mi desgracia casi instantáneamente siento un fuerte golpe en la cabeza, asi que antes de que pueda sacar uno de mis cuchillos, caigo de bruces en el suelo, y antes de que pueda siquiera percatarme, todo se hace más oscuro aún si es que eso es posible, y me parece que si, por que me han hecho tanto daño que me he desmayado.  
Durante un tiempo parece que me despierto en algún tipo de medio de transporte, intento que no se den cuenta de que estoy consciente, pero el dolor de la cabeza me hace balbucear, y alguien me pincha algo en el baro que hace que vuelva al mundo de los sueños, tan rápido como he entrado la con el golpe.  

Capítulo 1: Feliz cumpleaños?


-Pipipipi-pipipipi-pipipipi-pipipipi
El despertador suena de forma estruendosa , y me hace abrir los ojos dando un salto, y sigue sonando en los siguientes segundos en los cuales trato de ubicar en donde diablos me encuentro, después y como de costumbre, le doy un manotazo tirándolo al suelo y así el estruendo acaba, segundos después y cuando estoy a punto de volver a entrar en el encantador mundo de los sueños, suena el otro despertador, y el que preparo apropósito alejado de mi para oblígame a levantarme a apagarlo , lo bueno es que mis instintos hace que le tire la almohada y tal es mi puntería que el reloj dos acaba en el suelo y la calma vuelve a mi cuarto, el sol se cuela tenuemente por la persiana, los pájaros cantan fuera, y mis cansancio hace que mis ojos vuelvan a cerrarse, hasta que la bruja de mi hermana abre la puerta y desde fuera grita
-¡Eriiiiiiiiiiiiiiiiik!.... ¡me has despertado!
Yo aun con los ojos cerrados tanteo la cama en busca de la almohada, para estampársela en la boca y hacer que sus incesantes gritos cesen, cuando caigo en la cuenta que ya la he tirado, solo me levanto, la miro y digo
-Madre…que pintas
Y como si estuviera programado para ello se tantea el pelo, deja de gritar, y sale corriendo hacia el baño, cosa que me da el suficiente tiempo como para levantarme, cerrar la puerta con el pestillo y volver a la paz y el silencio que tanto admiro, supongo que lo he heredado de mi padre y sus ámbitos de caza, en los cuales el silencio es la clave de la supervivencia.
Como de  costumbre y casi manía, abro la persiana y miro al mar durante unos segundos, hoy incluso más rato que el resto de los días, al fin y al cabo hoy es mi día, y puedo hacer lo que quiera, pues no se cumplen dieciocho años todos los días, aunque el hecho de que sea mi decimoctavo cumpleaños también me recuerda que es el noveno desde la gran catástrofe, jamás podre olvidar el día en el que ese maldito meteorito se estrellara contra nuestra tierra al igual que tampoco olvidaré el día que anunciaron la incompetencia de los científicos que mutaron el contenido del meteorito, parte de mi mente se traslada a ese momento en el que anuncian por la tele que el apocalipsis está más cerca que nunca, y quien nos lo diría que llevaba razón, y diez años después solamente quedaran con vida el siete por ciento de la población mundial, recluidos en islas, alejados de esas cosas que antes llamábamos personas. Aun no sé qué es lo que les hace ese virus a las personas, pero la palabra zombie es la que más se asemeja a la realidad, cuando quiero darme cuenta unas manos se interponen entre mis ojos y el paisaje y la voz de mi hermano mayor dice
-Felicidades mocoso…mama quiere que te baje sin que mires- dice con voz dulce y feliz, como de costumbre
-Sabes que…- digo, pero me interrumpe, porque sabe lo que voy a decir
-Ordenes de mama, así que no te quejes y camina, yo te guío
-¿Puedo al menos vestirme?
-Creo que no… además, así estas más mono- dice riéndose
Camino a duras penas con miedo a que mi hermano me dirija camino de una pared, y cuando toca bajar las escalaras nos pasamos un siglo hasta llegar a bajo, cuando abro los ojos y me veo delante de mí a mis padres, mi hermana, y mis dos mejores amigos, se pongo más colorado que un tomate por el simple hecho de que he bajado con un simple pantalón, y entonces Alex me susurra al oído
-Ve te lo dije… así estas más mono-
Hago de tripas corazón y entro en la cocina tal cual estoy, al fin y al cabo, son mis mejores amigos. Una hora después, y con la tripa llena por el gran desayuno que mi madre ha preparado, puedo escaquearme a la planta alta para vestirme. No tardo mucho en hacerlo, como siempre me pongo mis pantalones vaqueros ajustados, ya que son los únicos vaqueros que me dejan correr con comodidad, me ato mis botas con ese extraño nudo que mi padre me ha enseñado, me pongo una camisetita, y sobre ella algo que me gusta llamar mi equis, es un cinturón que se coloca en el pecho y que queda con forma de equis, que es lugar para guardar mis cuchillos  equilibrados, y regalo por mis diez años, y sin los cuales no voy a ninguna parte, más que nada porque su tamaño es el de un dedo y medio y son los más ligeros de todo mi arsenal cortante, digo esto porque al poco de venir a la isla, y cuando digo esto me remonto a hace unos tres o cuatro años, yo no iba a ninguna parte sin estos cuchillos, sin mis dos pistolas gemelas, sin mis dos cuchillos de oz que por cierto se colocan en los lumbares, son igual de grades que un antebrazo y son una pasada, y por último y no menos importante sin los cuchillos de corte profundo, en definición son como cuchillos de cocina pero equilibrados, y que van colocados en mis muslos, pero después de que en mi segundo día de clase, un muchacho me intentara atacar con una catana, lo cual acabo ligeramente en tragedia, pues no me hizo falta ni dos segundos para desarmarle, tirarle a suelo y ponerle una de mi hoz en el cuellos, y de que él me acusara de intentar matarlo… bueno pues digamos que el director tubo una larga charla con mi padres, con los cuales es más difícil de dialogar que con nosotros, por el simple hecho de que nos han educado para ir armados en cualquier momento y así protegidos en este mundo de locos, al final y por suerte para mi integridad moral, se llegó al acuerdo de que solo podría llevar estos cuarenta pequeños, que tanto quiero y admiro.
Cuando vuelvo a bajar al comedor Andrew y Tommy ya me están esperando en la puerta para ir al instituto, aunque cuando salgo lanzado hacia ellos no puedo evitar fijarme en que Dacotta, mi hermana  a horas del día, ya está jugueteando con los explosivos que tanto le gustan y que tanto ponen a mi madre de los nervios, para mi suerte consigo salir de mi casa antes de que mi madre entre por la cocina y la grite para que saque esas cosas de su cocina y se las lleve fuera, porque ya es normal que mi madre nunca la diga que tenga cuidado con eso, pues lleva más tiempos con explosivos que con un lápiz entre las manos, y exacto, eso es lo que ha provocado este nuevo mundo, hemos pasado tanto tiempo intentado protegernos que ahora la mayoría los niños, saben mejor utiliza las armas que escribir, ya que fuera de este lugar eso es lo único que asegura la supervivencia. Alex maneja las pistolas como una extensión más de su cuerpo, a Dacotta se le da de lujo que las cosas hagan boom, en cuanto a mí, dame un cuchillo o un arco, y acabaré con un ejército yo solo,  al ser el más pequeño y silencioso de la familia, mi padre, militar de tierra, mar y aire, se ocupó de enseñarse a utilizar estas cosas con filo, a moverme por cualquier zona mejor que un animan en acecho y a pelear mejor que muchos de los hombres que se encuentran en esta isla, además de que los tres sabemos trepar como monos  y nadas como peces, y tenemos muchos conocimientos en supervivencia y medicina. Pero bueno, ya hace mucho que no hacemos eso, y ahora es mejor centrarse, estudiar lo que no pudimos y vivir en este mundo, que intentar vivir en el mundo acabado y derruido del pasado.
En cuanto llegamos a la escuela y veo aquel panorama, me dan ganas d darme la vuelta cruzar esa mar que nos separa de los grandes continentes antes que entrar es ese lugar al que incluso podríamos llamar antro. Niños de todas las edades entran y salen, y cuando digo de todas las edades me refiero a un rango entre los cuatro y los veintiún años, pues dadas las circunstancias, todos los cursos se dan en el único lugar apto, con muchas comillas, para el estudio. Durante el trayecto de la entrada a clase tenemos que recorrer la friolera de cuatro plantas y dos pasillos que parecen no tener fin, y antes de llegar debemos de pasar por el manicomio de lo mocosos, no es que estén locos, lo aparentan, pero no, más bien es que son críos demasiado pequeños para distinguir de que es razonable y que sobrepasa la estupidez, en otras palabras en ese pasillo llevar un I-pod al tope de potencia seria como intentar oír música ambiental y relajante dentro de una discoteca en la que solo ponen regeton.
La clase de la señorita Mc. Granyer que pasa más rápido incluso de lo que me gustaría, sinceramente no he prestado mucha atención a lo que decía, me he dedicado a ojear un libro de trampas que tome prestado de la biblioteca hace dos semanas, aunque he logrado escuchar que ha estado hablando sobre la gran purga, que es la forma bonita que tiene la gente de llamar a le hecho de que unas cosas, llamémoslas zombie nos expulsaran de nuestras casas y nos hicieran exiliarnos en unas islas que se encuentran en medio de ninguna parte, luego solo tengo un vacío en el que estuve leyendo la construcción de una trampa muy compleja, después de eso, solo ha hablado sobre el paso que vivimos desde que llegamos a estas islas, evolucionando de vivir en chozas como los neardertales y los esclavos hasta que los hermanos Dauwdee se embarcaran en un viaje hacia las tierras contagiadas, y trajeran consigo cargamentos enteros de la tecnología que tanto amábamos y tan olvidada teníamos, en otras palabras no ha hablado de nada que me interese y que ya no conozca. Cuando salgo de la clase me percato que hay una panda de gente tíos de mi edad que me miran de arriba abajo, entre ellos el chaval que me acuso de intentar rebanarle el cuello, en un primer momento o le doy importancia, hasta que dos plantas después me percato de dos cosas, la primera es más que lógica, me van siguiendo y, no sé si están intentado pasar desapercibidos, pero desde luego si es así no lo están consiguiendo del todo, la segunda es que, aunque intente disimularlo todos van armados, así que más disimuladamente cojo tres cuchillos y los coloco entre  mis dedos, no tengo intención de atravesar la cabeza de ninguno de ellos, no es que no pueda, es más bien porque no tengo ganas de estar limpiando charcos de sangre y también, pero en menor proporción porque no quiero que me tomen por asesino. El primero de ellos no tarda mucho es desenfundar un estúpido cuchillo de cocina y en abalanzarse hacia a mí por la espalda, como solamente haría un cobarde, en una décima de segundo yo ya me he girado y le he lanzado uno de mi cuchillos a su mano, haciendo que este choque contra su cuchillo y lo desarme para después tirarle al suelo simplemente echándome hacía un lado y poniéndole la zancadilla, los otros dos que aún tengo en las manos va a parar a los costados de la camisa de uno de ellos, enganchándole sobre las taquillas que tiene detrás, y he hecho esto porque lleva una cerbatana, y es al único que quiero quietecito de una manera que sus manos no lleguen a su boca, ya solo quedan dos, uno que no tarda en abalanzarse sobre mí y que acaba en el suelo con una de mis llaves a la misma velocidad y por último el chico que un día me acuso. Entonces cometo un fallo, y me doy cuenta por el profundo escozor que siento en mi brazo izquierdo, el caso es que he estado mirando a ese idiota tan fijamente a la cara para meterle miedo que no me he percatado que el de la cerbatana se había soltado, al igual de que me he percatado de que había tirado su dardo demasiado tarde como para esquivarlo, algo me hace girar la vista hacia atrás y veo justo en la dirección que llevaba el dardo de la cabeza de una chica que estaba sacando los libros de su taquilla, y como la muchacha es sorda no se ha percatado aun de lo que ha ocurrido, cuando veo eso, en parte me alegro de haber recibido el dardazo y en parte me culpo por haberme despistado demasiado, me arranco el dardo, y eso me hace más daño del que creía que me haría, después de extraerlo y ver la forma de arpón comprendo por qué me ha dolido tanto, aun así me trago el dolor, y todo mi ser evita que mi cuerpo genere ni una sola mueca de este, desenfundo un cuchillo con cada mano y entonces digo con un tono que hace que el tío que es su tiempo me acuso, salga corriendo
-Si me entero de que lleva veneno, me encargare de hacerte una visita nocturna y degollarte mientras duermes, no me acusaste tú de eso una vez
Después de que su amigo abandone al tío de la cerbatana que aún tiene la cintura enganchada por la camisa que yo he enganchado a las taquillas, me acerco paso a paso y cuando tengo mi cara junto a la suya, llega el oportuno director, y es eso lo único que ha salvado a ese insensato de acabar con la nariz rota por un cabezazo.
Soy yo solo el que acabo en su despacho, lo más graciosos es que como de costumbre yo tengo la culpa y he empezado la pelea, solo que esta vez tenemos una nueva buena, ahora resulta que la herida de mi brazo me la he hecho yo, es de eso mismo que me acusa el director después de supuestamente preguntar a varios alumnos del centro, sinceramente me da la curiosidad de preguntarle si a los que ha entrevistado ha sido a mis agresores, pero la experiencia me dice que con este tío, es mejor mantener el pico cerrado y te llevaras castigo extra
-Bien Erik dado a que los castigos parecen serte poco sustanciosos, he decidido que esta tarde, de usted las clases de natación y salto con trampolín
-¿Qué yo de clases?- preguntó retóricamente riéndome
-Exacto- responde el director, que no ha captado la pregunta retorica
-Bien espero que sus alumnos tengan seguro
-Muchacho ya es la cuarta vez que ocurre algo como esto- dice el director elevando el tono- cuando yo estudiaba a los alumnos como tú se les aplicaba otras medidas de castigo menos ortodoxas
-Si también cuando usted estudiaba, fusilaban a la gente y después preguntaban
-¿Vas a cumplir tu castigo?.... o ¿tendré que expulsarte?
-Voy a cumplirlo, pero se acabó de cargar con las culpas de otros señor, yo no tengo las culpas de que sea huérfano, pero eso no le da derecho a que una vez al año intente matarme de una manera diferente, y encima tenga que cargar con su castigo- digo haciendo referencia a Héctor, el pequeño que me acuso de degollarle y me ha metido en otros tantos líos
-¿Qué insinúas?- pregunta el director algo alterado
-Sabe perfectamente lo que insinuó, así que será mejor que le llame y hable con él porque la próxima vez apuntare a su cuello en vez de a su ropa y armas
-¿Serias capaz de…
-¿De asesinar?...¿de matar a alguien a sangre fría?... ¿Sabe?, esa fue muy vida durante cuatro años, yo he matado a más criaturas que usted a rebeldes en la guerra… ese lugar de ahí afuera te cambia, te enseña a que o eres fuerte y luchas o te comen… y hablo literalmente, así que hable con ese niño si no quiere ver sangre derramada sobre sus pasillos
-Erik…
-¿Dígame?- digo más en tono cabreado
-Entonces comprendes porque tengo que protegerle, sin encima le castigara, lo hundiría más en la mierda de lo que ya lo esta
-Tal vez, lo hundiría más, pero se da cuenta que está creando un psicópata que cree que puede amenazar de muerte a la gente y que otros se lleven la culpa… sinceramente, le está inculcando la educación de asesino en serie
-Erik… te levanto el castigo, tienes toda la razón, tu no debes de cargar con sus culpas
-Oiga, usted y yo no nos llevamos muy bien, eso es nuevo, pero es esta isla solo cinco personas saben nadar, mi padre y usted están muy ocupados, y mis hermanos se negaría a hacerlo, yo lo haré  claro que un incentivo que elimine mi falso historial delictivo no estaría mal
-Lo he cogido… ven a las siete, te estarán esperando dos clases de tu curso…Erik, no llegues tarde
-Piérdase- digo saliendo de su despacho
Nada más salir me llamo estúpido a mí mismo una decena de veces por acepta ir al instituto una tarde de viernes que podría pasarla con mis amigos celebrando mi cumpleaños, pero bueno, no puedo negar que el hecho de tener un historial nuevo es un buen regalo y además he nacido a las doce de hoy, así que si lo celebro mañana no creo que nadie se moleste, además que coño soy yo el que cumplo años, aun así aceptar lo de las clases ha sido muy estúpido por mi parte, así que solo me queda salir corriendo de ese sitio no sea que al director le dé por salir del despacho y pedirme que de clases durante más tiempo.